La ralea o estipe española es una maestra en la manipulación. Siempre lo ha
sido. En la historia de este territorio llamado España siempre han existido
voces que directamente o encubiertamente y desde diferentes ámbitos de la
sociedad, de los medios de comunicación, o el poder, han trabajado en ello ‘full
time’. Desde los Queipos de Llanos hasta los Josep Pedrerol actuales, por anotar
dos extremos, los considero una lacra. Pues suelen estar acompañados de
talibanes ideológicos en forma de periodistas, por llamarlos de alguna manera,
que pasean por el borde del terrorismo informativo. Solo les interesa el
escarnio. Atraer a las masas a cualquier precio a costa de la vejación,
menosprecio y la ofensa. La información de estos pseudocomunicadores ya sean en
el ámbito radiofónico-militar o televisivo-deportivo, o de cualquier otro medio
de información, es sectaria y nula en cuanto a lo que ha de ser esta.
La
situación político-deportiva de Catalunya, siguiendo con los ejemplos
anteriores, es dura de digerir, muy dura. Y lo seguirá siendo aún más. La
‘manifestación’ democrática de la pasada Diada o la goleada del Barça esta
semana en Europa, les duele. No ser ellos el centro de atención desde el centro
del territorio, les carcome. Para llegar hasta este punto, ha sido necesario
trabajar duro, hacer muchos esfuerzos y sobre todo tragar mucho. Ahora tocan
otros esfuerzos por parte de gestores y autores de la información individuales y
colectivos, privados y oficiales. En estos momentos de inestabilidad política en
la capital es cuando las manifestaciones de la ciudadanía duelen más. Por cierto
echo en falta hacerlas en Europa. Para la del año próximo propongo que se haga
en Bruselas delante del parlamento Europeo. Eso cambiaria las reglas del
juego.
Si se quiere dar un golpe de efecto a la hoja de ruta, nada mejor
que salir a Europa. Y dejando caer una de periodismo, o como
también se le llama hoy en día “comunicación informativa”, nuestros informativos
de televisión y radio, especialmente los públicos, y las primeras páginas de los
periódicos son demasiado correctos políticamente. La situación actual requiere
algo más. La realidad del poder central y sus medios de comunicación es otra,
como comprobamos a diario, muy diferente. Quizás nos ha hecho sujetos pasivos a
la hora de expresarnos. Quizás sea debido a otra de las idiosincrasias del
ciudadano catalán, ser prudentes y no ponerle nombres a según qué situaciones.
Un informe de este año elaborado por la Universidad de Oxford y
publicado por el Instituto Reuters señala que la confianza en las noticias
españolas es la más baja de los ocho países europeos analizados. Y a nivel
mundial, los medios de España son los segundos menos creíbles. Es bien
sabido lo que dijo Jordi Carbonell aquel 11 de septiembre de 1976, “Que la
prudència no ens faci traïdors”…
J L Herrera Vega
Ciències de la
Informació i de la Comunicació
El Comunicado