Dice el refrán popular que “Más honrado es el que la honra merece, que aquel que la tiene”.
¿Por qué se tiene la sensación de que fuera de Catalunya siguen creyendo que lo de la consulta del 9N es un juego/aventura de unos cuantos políticos catalanes? La utopía o quimera de unos ilusos que sueñan con tener una nación propia simplemente por el hecho de no congeniar con los respectivos gobiernos que ha ido teniendo el Estado español a lo largo de estos 300 años. Porque ya no tienen nada que hacer esas alucinaciones y entelequias patrióticas y nacionalistas catalanas. Nada más lejos de la realidad. Se palpa que en estos momentos la gente se está volviendo más convencida de lo que es. Que tendrá que demostrar su posicionamiento como independentista para que no vean que esto es el juego de unos pocos. Que habrá que emular a Leónidas y sus 300 (como los años de dependencia) aguerridos ciudadanos espartanos que se enfrentan al ‘Dios-Rey’ persa, Jerjes I, que ahora bien podría ser Felipe VI, con las formas de lucha democráticas propias del siglo XXI. Hará falta demostrar que el sentirse catalán y querer votar para saber la opinión de la ciudadanía sobre su determinación, va más allá de la decisión de un Tribunal Constitucional. Ir en contra de una nación catalana, si así lo deciden los catalanes, no se puede evitar. El sentirse nacionalista no lo puede interceder la justica. Es más si lo intenta, ese sentimiento se hará más y más grande. Ya está pasando con independentistas que jamás llegaron a pensar como tal.
¿Por qué se tiene la sensación de que fuera de Catalunya siguen creyendo que lo de la consulta del 9N es un juego/aventura de unos cuantos políticos catalanes? La utopía o quimera de unos ilusos que sueñan con tener una nación propia simplemente por el hecho de no congeniar con los respectivos gobiernos que ha ido teniendo el Estado español a lo largo de estos 300 años. Porque ya no tienen nada que hacer esas alucinaciones y entelequias patrióticas y nacionalistas catalanas. Nada más lejos de la realidad. Se palpa que en estos momentos la gente se está volviendo más convencida de lo que es. Que tendrá que demostrar su posicionamiento como independentista para que no vean que esto es el juego de unos pocos. Que habrá que emular a Leónidas y sus 300 (como los años de dependencia) aguerridos ciudadanos espartanos que se enfrentan al ‘Dios-Rey’ persa, Jerjes I, que ahora bien podría ser Felipe VI, con las formas de lucha democráticas propias del siglo XXI. Hará falta demostrar que el sentirse catalán y querer votar para saber la opinión de la ciudadanía sobre su determinación, va más allá de la decisión de un Tribunal Constitucional. Ir en contra de una nación catalana, si así lo deciden los catalanes, no se puede evitar. El sentirse nacionalista no lo puede interceder la justica. Es más si lo intenta, ese sentimiento se hará más y más grande. Ya está pasando con independentistas que jamás llegaron a pensar como tal.
El nacionalismo es una ideología y un movimiento sociopolítico, basado en la conciencia de la nación, que expresa la creencia en la existencia de ciertas características comunes en una comunidad nacional o supranacional, y el deseo de modelarlas políticamente. En ocasiones también se llama nacionalismo al sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo, pero distinto si va más allá del mero sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un sentido concreto. El nacionalismo se basa en el democrático “principio de las nacionalidades” según el cual cada nación tiene derecho a tener su propio Estado, principio que alcanzó su máximo apogeo tras la Primera Guerra Mundial con los célebres catorce puntos del presidente estadounidense Woodrow Wilson. Ese principio es algo muy difícil de neutralizar en la ciudadanía y deberían tenerlo en cuenta a la hora de hacer declaraciones ya que merece un respeto máximo.
Esto viene a dilación porque la vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, ha recordado que la Constitución establece que cuando el Gobierno rebate una ley aprobada por otras administraciones, como hará en el caso de la ley de consultas, y pide su suspensión, “esta se adopta automáticamente. Es algo que no es nuevo y se ha aplicado en numerables ocasiones", señalado en respuesta al portavoz del Govern, Francesc Homs, quien ha comentado que "si el Gobierno ya sabe en cuántos días dictará un pronunciamiento el Tribunal Constitucional (TC), es algo que provoca cierta sorpresa. Como seguro que no es así, porque no lo pueden saber, ya se verán los hechos", añadió. La vicepresidenta del ejecutivo ha asegurado que la interposición de un recurso para parar la consulta es un "asunto jurídico sin complejidad" alguna, y ha advertido que si el alto tribunal suspende la ley de consultas antes de que Artur Mas convoque a los catalanes a votar el día 9 de noviembre, este no podrá hacerlo.
Este escenario es, no obstante, poco factible porque se calcula que el TC tardará en torno a una semana en emitir un fallo, y el Govern previsiblemente convocará la consulta antes de que acabe ese plazo. La número dos del Ejecutivo ha evitado explicar cómo el Ejecutivo tiene previsto evitar que la Generalitat ponga las urnas en los puntos de votacióncon el argumento de que no quiere adelantar acontecimientos y quiere creer que Mas cuando dijo que respetaría la legalidad, efectivamente lo hará porque fuera de la legalidad no cabe hablar de democracia. Aunque solo sea por esos 300 años de convivencia se debería honrar la voluntad democrática de la consulta. Si no habrá la ceencia que se haya malgastado todo ese tiempo. Pero en cualquier casocada negación de la misma provocará el resultado inverso. E incluso será más vehemente y profundo. Sin ir más lejos, por primera vez, Mas y la presidenta del Parlamento catalán, Núria de Gispert, realizarán el día 10 una ofrenda floral en el Fossar de las Moreras de Barcelona, lugar donde se congregan cada años los grupos independentistas tradicionales. Y en la convocatoria de la V del 11S volverá a estar latente dicha sensación. A ver qué opina el TC cuando acabe la jornada...
Como diría un Leónidas de nuestro tiempo: "Catalanes, comed bien. ¡Porque esa noche cenaremos en el infierno!
JL Herrera Vega
Ciències de la Informació i de la Comunicació
El Comunicado
